Mi primer visitar al
taller de mi amigo Santiago fue una visita inocente. Una visita de turista. Una
divertida tarde en el delta. Y esta característica efímera y fugaz de mi
visita, creo que se vio reflejada en las fotos que saque. Tuve un acercamiento literal
al espacio. No lo quise contar insinuando. No lo quise contar a través de sus
pequeñas particularidades. No deje ningún espacio en blanco para que el
espectador lo complete. No abrí ningún interrogante. Sino que las fotos que
saque en esa ocasión muestran literalmente. La idea que las engloba podría ser:
"Me pidieron que muestre un lugar, bueno, este es el lugar."
Mi segunda visita es muy distinta
desde el vamos. Esta vez no voy a pasar una tarde sino que llego un Viernes y
me instalo en el lugar hasta el Domingo. Esta vez no llego en la lancha que
vendria a ser el equivalente del bondi en la ciudad. Esta vez mi amigo Santiago
me va a buscar. Me subo a su bote, que es un poco mas grande que una piragua, y
arrancamos. El taller queda a unos 45 minutos navegando desde el centro de
Tigre. El bote es muy bajo por lo que el mínimo oleaje hace que nos mojemos. Yo
me olvido de todo y me dedico a proteger mi cámara. La ultima crecida se llevo
el muelle donde Santiago habitualmente deja atado su bote, por lo que tenemos
que desembarcar a 1 km de su casa y caminar. Cuando me bajo del bote no me doy
cuenta y piso un charco gigante que me llena de barro hasta la rodilla.
Empezamos a caminar hacia la casa. Vamos cargados con cajas, la mayoría de las
cosas son víveres para pasar esos días allí. Santiago, conocedor del lugar, se
manda por el medio del monte como si nada, avanzando rápido. A mi me cuesta
bastante mas. La manga de mi buzo se queda enganchada en las espinas de una
rama. Tiro para continuar mi caminata y mi manga se raja. A los pocos pasos
sucede lo mismo con mi pantalón. Sigo caminando y pienso: "Que hostil la
naturaleza".
Llegamos a la casa de Santiago. Hace
no mas de una hora que estoy en la isla y ya tengo todas mis zapatillas
embarradas y mi ropa rota y mojada. Tras subir las escaleras que nos llevan a
una galería que conecta el taller y la casa, que parece flotar sobre troncos a
unos 5 m de altura, Santiago me pide que me descalce y al toque agarra una
escoba y se pone a barrer. "Acá es jodido porque lo que hay no es tierra, es
polvo de arcilla, que es mucho mas finito y si no tenes cuidado se te mete por
todos lados y no lo sacas mas". Sin mediar palabra mi amigo prende una
especie de antorcha, se sube a un banco y quema algo que esta del lado de
afuera del techo. "Es un nido de aranitas", me dice mientras lo hace
y se da cuenta de que yo lo miro extrañado. "Si no las mato ahora esta noche
nos van a cagar picando". Estira el brazo exhibiendo numerosas ronchas
provocadas por picaduras de aranitas. Acto seguido a esto, Santiago toma un
machete y corta algunas ramas que cuelgan a la altura de la casa. Toma una de
las ramas y me la muestra. Hay una parte que efectivamente es rama, pero otra
que parece rama y en realidad es un nido gigante de aranitas diminutas. "Que hostil la naturaleza",
vuelvo a pensar. Mientras Santiago sigue cortando ramas que no se meten en la casa pero que si el no las cortara muy pronto lo harán, yo recorro el lugar. El espacio me resulta extraño. Hay una especie de superposición de mundos. Por un lado la naturaleza me transmite mucha calma, paz y tranquilidad, pero por otro me resulta hostil, exageradamente viva, demasiado intensa, como que obliga a combatirla permanentemente. Hay contradicción tambien en la propiedad en si misma. La parte de la casa es pulcra y ordenada, pero la parte del taller es caótica y sucia en extremo. Y todo esta como superpuesto. Tengo ganas de ir al bano. Le pregunto a Santiago donde queda y el me dice: "Mea desde ahi para abajo". Mientras orino, lo cual me lleva un rato porque me da un poco de vértigo orinar desde 5 m., Santiago cuelga al lado mio un pollo para que se descongele. El bano y los alimentos tan cerca, todo superpuesto. Me resulta extraño ver mi cámara también. El brillo metálico desentona con el lugar, parece venida de otro planeta, acá todo es verde y marrón, lo único metálico que veo son las herramientas del taller.
Las sensaciones contradictorias me dificultan decidirme por una estrategia para fotografiar este lugar, o quizás en esas mismas contradicciones este mi estrategia... No lo pienso tanto y me pongo a trabajar.
Las sensaciones contradictorias me dificultan decidirme por una estrategia para fotografiar este lugar, o quizás en esas mismas contradicciones este mi estrategia... No lo pienso tanto y me pongo a trabajar.
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